Visión Política / ¿Si no es terrorismo, que es? / Por: Fernando Cruz López

Visión Política / ¿Si no es terrorismo, que es? / Por: Fernando Cruz López
Visión Política
¿Si no es terrorismo, que es?
Por: Fernando Cruz López

Lo ocurrido en Coahuayana, Mihoacan el pasado sabado,  no es un simple hecho violento más que se pueda maquillar con un boletín frío o con la narrativa oficial de siempre. A plena luz del día, en un punto céntrico del municipio, a unos metros de la Policía Comunitaria, de la presidencia municipal y de un hospital regional, estalló un coche bomnba que dejó un saldo aterrador: cinco personas muertas, más de treinta lesionadosy daños materiales en al menos 300 metros a la redonda. ¿Qué nombre le quiere poner el gobierno federal a un ataque así? ¿Vandalismo? ¿Delincuencia común? ¿Un “incidente aislado”?

La realidad es más cruda. Cuando un grupo criminal detona explosivos en una zona poblada, en una mañana ordinaria, sin importarles que haya niños, pacientes, comerciantes o autoridades cerca, estamos ante un acto que busca generar miedo colectivo, paralizar comunidades y mandar un mensaje de poder. La pregunta obligada es directa: ¿si esto no es terrorismo, entonces qué es? Porque la capacidad destructiva, el objetivo simbólico y el impacto social cumplen con todos los elementos para ser considerado así.

La negación desde el discurso oficial no borra el trauma que queda en Michoacán ni la desconfianza que crece en regiones enteras del país. Este tipo de ataques no sólo destruyen edificios; erosionan la confianza en las instituciones, exponen el abandono gubernamental y revelan una estrategia de seguridad que ya no contiene, no disuade ni protege.

El gobierno federal insiste en repetir que “la violencia va a la baja”, pero los hechos lo desmienten con un estruendo que se escuchó a kilómetros. Mientras tratan de suavizar las palabras, la gente enfrenta la realidad sin filtros: explosivos en zonas urbanas, muertos, heridos, miedo y un Estado rebasado.

No se puede construir paz si antes no se reconoce la dimensión del problema. Si el país permite que estos ataques se normalicen, habrá dado un paso más hacia el abismo. Llamar a las cosas por su nombre es el primer acto de honestidad con las víctimas y con México. Y sí: esto huele, suena y duele como terrorismo. El gobierno tendrá que explicar por qué insiste en no verlo…Sigame en X como @Visionpoilitica7

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