Expolición / La guerra por el agua / Amado Sanmartín Hernández

Expolición / La guerra por el agua / Amado Sanmartín Hernández
Expolición
La guerra por el agua
Amado Sanmartín Hernández


La guerra por el agua ha sido declarada en México entre las fuerzas del Estado, los acaparadores del vital líquido y las empresas transoceánicas. En esta contienda se da por hecho que las grandes ganadoras serán las transnacionales, pues el gobierno federal se encargará de aniquilar a los inversionistas nacionales, que en éste caso vienen siendo la oposición y supérstites del antiguo régimen. 

De esta manera el régimen morenista querrá demostrar que ha dado un salto cuántico en la recuperación de un derecho humano, pero en realidad, lo que hará es quitar el monopolio del agua a los ricos nacionales, pero sin tocar las prerrogativas al neoliberalismo  que sobreexplotan acuíferos carsticos, corrientes subterráneas y toda clase de mantos acuíferos a través del fracking, la minería, en la producción de hidrógeno verde, embotelladoras refresqueras y cerveceras… Tampoco esta vez, como en los regímenes neoliberales hubo consulta a los pueblos originarios para estructurar la nueva Ley del Agua. Tampoco se menciona siquiera su derecho a la gestión del agua en sus territorios y menos el respeto a su autodeterminación, o a decidir sobre uno de sus mas importantes recursos naturales, aunque claro, otro elemento vital es el aire, explotado indiscriminadamente con la instalación de generadores de energía eólica en el Istmo de Tehuantepec.


 La nueva ley no prohíbe, y por tanto permite, la instalación de nuevas fuentes hidroeléctricas en los pueblos despojados, sin posibilidad de reclamos legales, aunque los defensores de Derechos Humanos seguramente impugnarán ésta ley por lesiva a las comunidades indígenas. 

La nueva Ley del Agua ha desatado sordas pugnas entre el régimen morenista y el conservadurismo, cuando los primeros tratan de despojar del monopolio del vital líquido a quienes se han hecho millonarios con su explotación, que son mercaderes y políticos que tienen concesiones, algunas de ellas, por cincuenta años para uso industrial y agrícola. 

Por ahora, los principales opositores a la nueva ley son gente muy perversa de la política y las empresas, como son Vicente Fox, Claudio X. González Laporte, Ricardo Salinas Pliego y otros prominentes hombres de negocios y de la política nacional. De aplicarse la nueva Ley del Agua, todos ellos quedarían despojados de su fuente de enriquecimiento, y los únicos que seguirán haciendo mas fortuna del vital líquido serán los consorcios transoceánicos.
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EN esta guerra por el agua, las ganadoras serán las empresas transoceánicas, pues sus concesiones permanecerán ad perpetuam, ya que la nueva ley, parece haber sido hecha para que ellas sigan explotando el vital líquido, y el panorama en territorio de las comunidades indígenas siga igual o peor con los nuevos dueños que llegan a despojarlos de sus recursos. Ha sido muy engañosa esta nueva ley pues tiende a confundir, ya que un lado se está actuando contra quienes explotan y se enriquecen con el agua; pero esa es una verdad a medias, porque, si por un lado se exhibe y condena a los beneficiados nacionales, por otro, no se dice quiénes son los nuevos dueños. Las transnacionales, simplemente llegan a México y sus convenios comerciales ya incluyen las concesiones de explotación hídrica indefinida.


 Cuando esa ley pase por Oaxaca, donde se observa una total pobreza legislativa, los diputados no serán capaces de descubrir esos vacíos que tienen las nuevas normas para incluir la cosmovisión de los pueblos originarios y su relación con la conservación y el cuidado que han mantenido con los elementos de la naturaleza y la preservación de la biodiversidad y de la propia vida. 

En este punto se puede visualizar una defensa que implica la supervivencia de comunidades que tienen como centro de su espiritualidad los cuerpos de agua. Un ejemplo es la defensa del Río Verde para la instalación de un proyecto hidroeléctrico, con un costo de varias vidas; o el desplazamiento de poblaciones enteras para construcción de presas como la Cerro de Oro, en Tuxtepec, o la de Jalapa del Marques, donde en tiempos de estiaje se puede apreciar todavía el templo católico en lo que fue el centro de su pueblo, obligándolos a convertirse de campesinos en pescadores, por haber perdido sus tierras de cultivo. 

Este es otro costo muy doloroso para los pueblos originarios y que concentrados en el monto del jugoso presupuesto federal, la revocación de mandato, el relevo gubernamental y las presidencias municipales, tanto el gobierno del Estado como el Poder Legislativo, no tendrán tiempo, ni siquiera para analizar la nueva Ley que dará prioridad a proyectos como la ciudad Salud en Etla y que agotará las reservas en la cuenca eteca. Mientras tanto, las sequías, los incendios forestales y la escasez de agua seguirán golpeando a muchos pueblos indígenas de Oaxaca.
So long.

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