
Expolición
Buscando culpables
Amado Sanmartín Hernández
“¡Fue terrible… fue terrible!” que la presidenta Claudia Sheinbaum haya llamado “comentócratas de consigna” a los “vocingleros” antes a disposición de los regímenes del priato y ahora al servicio del conservadurismo; ofensa tan grande nadie se las había hecho, aunque lo mas correcto sería que nunca les habían dicho verdad tan inconmensurable a esa casta privilegiada por el poder, que por casi noventa años los estuvo sepultando bajo montañas de dinero del pueblo para que vivieran como jeque árabe. Durante casi nueve décadas esa mediocracia permaneció en silencio, ocultando la verdad sobre la realidad del país y condenando con campañas descarnadas a la disidencia y otros medios independientes que nunca dejaron de evidenciar la corrupción y los crímenes del Estado. Hubo “terribles” represiones y masacres de los gobiernos del priato contra una población indefensa que hacía reclamos de justicia, derechos y libertades.
Apenas se cumplieron 57 años de la masacre estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas, ordenada por el presidente Gustavo Diaz Ordaz y 19 en Oaxaca de la brutal represión del régimen de la barbarie de Ulises Ruiz contra el movimiento popular y magisterial que pedía su destitución. El chacal de Chalcatongo se mantuvo en el poder por los androides que le envió el presidente Vicente Fox para que no cayera. Ha habido otros acontecimientos muy dolorosos para el pueblo y que esa prensa al servicio del autoritarismo no difunde; cuando se refiere a ellos, solo es para minimizarlos o decir a la población que hay que olvidarlos. ¿Cómo olvidar los sucesos del 68 o del echeverriato en el 71? Esa era la prensa de ese momento, la que hacía la ola futbolera al régimen que los privilegiaba con los dineros públicos para que mantuvieran su vergonzoso silencio.
A esa casta pertenecía Joaquín Lopezdóriga, José Cárdenas, Loret de Mola, la señora María Amparo Casar, entre otros “vocingleros” que ahora añoran el pasado y que con el tsunami de 2018 resultaron damnificados y tan sensibles cuando la presidenta Claudia Sheinbaum, por la rabia con que critican los actos del morenismo los trata como “comentócratas de consigna”. Mucho de cierto hay en las críticas y análisis de estos pajarracos, sólo que no lo hacen por investigaciones e iniciativas propias, sino con indagaciones y de las fuentes de inteligencia de la derecha y el financiamiento que proviene del gobierno de Los Estados Unidos. Mientras tanto el morenismo sigue debilitándose y perdiendo credibilidad al chapalear en los lodos de su propia corrupción.
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EN Oaxaca están ocurriendo cosas que el gobierno no parece advertir o reconocer, en una población cada vez más exacerbada por conflictos y crisis, nuevas o antiguas que no se pueden o no se quieren resolver por intereses oscuros o por la falta de oficio político.
Y no se trata de que la gente adivine o interprete lo que está sucediendo en Oaxaca cuando está sintiendo y es victima en carne propia del desprecio o insensibilidad con que el gobierno se olvida fácilmente de atender y resolver las necesidades primordiales no solo consideradas por las promesas de campañas electorales, sino porque son derechos y obligaciones constitucionales.
El pueblo ya está cansado de tanta verborrea con que cada semana el gobernador y su gabinete los tortura en lúdicas y ocurrentes ruedas de prensa que ahora son amenizadas por intérpretes musicales en todos los idiomas de Oaxaca. Pronto podría haber también presentaciones de la guelaguetza.
Y mientras se les ocurre algo nuevo, afuera del palacio virreinal, acampan los sectores que esperan respuestas a sus reclamos; las plazas, oficinas públicas, calles y carreteras son tomadas por manifestantes para irritación y condena de la mediocracia que se asoma al pozo, pero no baja al fondo para ver el origen de las crisis y los conflictos, y de los que el gobernador y el secretario de Gobierno encuentran fácilmente culpables, aunque ya ha dejado de mencionar que el culpable de esta crisis en Oaxaca, está en Polanco.
Este viernes, la gente de la capital volvió a tener un día difícil por la concentración de maestros, sindicalistas, estudiantes y organizaciones sociales, aunque no fue tan caótica la situación como la ocurrida con la reciente visita de la Presidenta de la República, en que la gente, a la media noche pudo llegar a sus casas.
Fue un descarado acarreo como el del PRI en sus mejores tiempos. Los escépticos apuestan que por lo menos, las manifestaciones y protestas no acabarán pronto.
So long raza.