
Visión Política
Un feudo que desafía la ley
Por Fernando Cruz López
En San Antonio de la Cal, Oaxaca, no gobierna la ley, gobierna el capricho de un hombre: Porfirio Santos, presidente municipal que se ha convertido en sinónimo de abuso, impunidad y ambición desmedida. Lo grave no es solo que haya hecho de la autoridad un botín personal, sino que pretende extender sus tentáculos para perpetuarse en el poder colocando a incondicionales que le cuiden las espaldas.
Mientras el Gobierno del Estado ha sido claro al prohibir los operativos de alcoholímetro en toda la entidad, en San Antonio de la Cal los policías municipales siguen operando como auténticas gavillas de asalto. Con la coartada de “operativos de seguridad”, detienen a automovilistas que por desgracia cruzan esa jurisdicción, los despojan de dinero, los humillan y los convierten en víctimas de una autoridad convertida en verdugo. No se trata de prevención, se trata de un negocio sucio tolerado desde la presidencia municipal.
El mensaje es brutal: en San Antonio de la Cal no importa lo que diga el Gobierno de Oaxaca, no cuentan las disposiciones estatales ni el mínimo respeto al ciudadano. Lo único que manda es la voluntad de un edil que se siente cacique y que hace de la policía municipal su banda de atraco institucionalizada.
El Congreso del Estado no puede seguir mirando hacia otro lado. Callar frente a estos abusos es convertirse en cómplice. Oaxaca no necesita presidentes municipales que jueguen a ser dueños de pueblos y vidas. Se necesita autoridad que sirva, no que exprima; liderazgo que construya, no que someta.
Porfirio Santos no solo ha traicionado la confianza de su gente, ha convertido a San Antonio de la Cal en un feudo de impunidad. El Legislativo debe intervenir ya y quitarle los poderes a este abusador que ensucia la política municipal. Lo contrario sería enviar el peor mensaje posible: que en Oaxaca todavía hay territorios sin ley donde el poder es sinónimo de corrupción y abuso.
La ciudadanía merece gobiernos que cuiden, no que roben. Oaxaca merece autoridades que sirvan, no caciques modernos disfrazados de presidentes municipales.