
La ciencia también es humana
Por: Dra. Sandra Martínez Jarquín.
Centro de Biociencias Analíticas. Escuela de Farmacia. Universidad de Nottingham. Reino Unido.
Crecí en un hogar donde la ciencia no era parte de las conversaciones cotidianas. Cuando intentaba hablar sobre lo que me apasionaba, las respuestas eran confusas o desinteresadas. Aun así, decidí seguir un camino científico. No por tradición, ni por presión, sino por curiosidad genuina: quería entender el mundo, mezclar cosas, crear, resolver. Desde pequeña, experimentaba con perfumes y cremas como si fueran reactivos, sin saber que ese impulso lúdico era ya un primer acto de investigación.
Mi formación como Químico Farmacéutico Biólogo en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) marcó el inicio de un camino exigente. Fue ahí donde la química dejó de ser solo una asignatura para convertirse en una pasión. Y aunque descubrí que la rama clínica no era para mí, supe que quería seguir explorando desde la investigación.
Mi carrera me ha llevado lejos —de Oaxaca a Kazán, de Irapuato a Suiza, de Estados Unidos al Reino Unido— pero lo que realmente me ha formado no ha sido solo el conocimiento técnico, sino las personas, los contextos, las carencias y las decisiones que he tenido que tomar. En Rusia rechacé una oferta de doctorado porque no me sentía lista para alejarme tanto de mi familia. En Cinvestav, Irapuato, para mi maestría y doctorado, trabajé codo a codo con un investigador joven, con quien construimos no solo conocimiento, sino instrumentos y soluciones tangibles. Con él aprendí que la ciencia no tiene nacionalidad, y que lo importante no es tener todos los recursos, sino saber mirar desde otro ángulo.
Más tarde, colaboré con el laboratorio forense de vida silvestre de EE. UU., desarrollando herramientas para combatir el tráfico ilegal de madera. Fue un giro inesperado: ahí entendí que mi trabajo podía proteger bosques, condenar delitos, tener impacto real. La ciencia, más allá de las publicaciones, puede —y debe— responder a las necesidades del mundo.
Hoy manejo un laboratorio de servicios de metabolómica en la Universidad de Nottingham. No soy jefa de grupo, y no lo quiero ser. No por falta de capacidad, sino porque he aprendido que no quiero que la ciencia absorba toda mi vida. Amo lo que hago, pero también amo a mi gente, mis espacios, mi equilibrio. Y eso también es válido.
Durante mucho tiempo pensé que la productividad era sinónimo de valor. Hoy sé que también es valioso detenerse, desaprender el ritmo del estrés constante y darle lugar a una ciencia más humana, más conectada con el entorno y con quienes la hacemos.
La ciencia no debería estar reservada solo para quienes dominan el lenguaje técnico. También se trata de personas, historias, decisiones y consecuencias. Mi trayectoria es prueba de que no hay una única forma de ser científica. Lo importante no es desde dónde vienes, sino cómo eliges contribuir. Y yo elijo hacerlo con conocimiento, sí, pero también con empatía, creatividad y humanidad.
Dra. Sandra Martínez Jarquín.
Centro de Biociencias Analíticas. Escuela de Farmacia.
Universidad de Nottingham. Reino Unido.
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