Visión Política / “CNTE y Gobierno: de aliados a adversarios” / Por: Fernando Cruz López

Visión Política / “CNTE y Gobierno: de aliados a adversarios” / Por: Fernando Cruz López
Visión Política
 “CNTE y Gobierno: de aliados a adversarios”
Por: Fernando Cruz López

La reciente crisis entre el gobierno federal y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) puso en evidencia un fracaso político de una administración federal que no sabe dialogar con quienes antes fueron sus aliados y que hoy los ve como enemigos del sistema.

No se trato simplemente de una mesa de diálogo que no prosperó o de un pliego petitorio mal gestionado. Lo que está en juego es una relación histórica que se ha fracturado, un desencuentro que revela tanto la inexperiencia del gobierno morenista en el poder como la fortaleza de una organización sindical curtida en más de tres décadas de lucha.

Durante años, Morena y la CNTE compartieron trincheras en la oposición: marcharon juntos contra la “mal llamada reforma educativa”, denunciaron el autoritarismo tecnocrático del PRI y el PAN, y tejieron una narrativa de justicia social con la educación pública en el centro. Pero ahora, con el poder en sus manos, el gobierno de la autoproclamada “cuarta transformación” se enfrenta a una paradoja: no sabe gobernar con aquellos con quienes supo resistir.

Este conflicto no es el primero ni el más violento que ha protagonizado la CNTE, pero sí es uno de los más simbólicos. Por primera vez, la Coordinadora se enfrenta a un gobierno al que no puede tachar de neoliberal o conservador. En teoría, el proyecto de nación que impulsa Morena coincide con muchas de sus demandas históricas. Pero en la práctica, la CNTE ha descubierto que tener afinidad ideológica no garantiza el cumplimiento de acuerdos ni una interlocución real.

¿Es este el resultado de la inexperiencia de un gobierno que nunca imaginó gobernar con quienes solo sabía marchar? En parte sí. La estructura política del gobierno federal muestra signos de improvisación, de falta de oficio político y, sobre todo, de una incomodidad creciente con los actores sociales que no se subordinan al relato oficial.

Pero también es cierto que la CNTE no es un actor ingenuo ni improvisado. Tiene décadas de formación política, de negociación en contextos adversos, de resistencia callejera y organización territorial. Ha enfrentado a gobiernos priistas, panistas y ahora morenistas, sin perder su capacidad de presión ni su base social. En pocas palabras, sabe negociar desde el conflicto.

El gobierno federal, por su parte, ha intentado responder con una combinación de desgaste, deslegitimación y promesas parciales. Pero ni los discursos matutinos ni las mesas estériles han logrado contener a un magisterio combativo que ya no confía en la palabra presidencial ni en el aparente progresismo oficialista.

Así, la CNTE se convierte hoy en una especie de espejo incómodo para la 4T: les recuerda lo que fueron, lo que prometieron y lo que ya no son. Y al mismo tiempo, pone sobre la mesa una pregunta urgente: ¿puede un gobierno popular seguir siéndolo si criminaliza a sus antiguos aliados cuando exigen lo que se les prometió?

El fracaso de esta negociación es mucho más que una disputa sindical. Es la señal de que el “poder popular” se desgasta cuando olvida que la dignidad no se administra desde el escritorio. Se construye en el territorio, en las calles, y sobre todo, en la memoria de quienes no están dispuestos a callar, ni siquiera frente a los suyos...Sígame en X como @Visionpolitica7

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