Cuando José Julio Reyes Matías era niño, la Semana Santa no era un evento más del calendario. Era una época en que el pueblo entero se reconocía, el silencio se hacía oración y las campanas marcaban el ritmo de una devoción profunda.
Hoy, a sus 66 años, José Julio sigue esos mismos ecos, no como espectador, sino como uno de los protagonistas discretos que mantienen viva la fe y la tradición en Santa Cruz Xoxocotlán. Aunque no puede ver y no cuenta con una pierna, su espíritu es inquebrantable.
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